​Los hijos moldavos lloran desconsolados por el “enorme vacío” que dejan sus padres al marcharse a trabajar en el extranjero. Le prometían regalos que otros niños de su aldea no tenían, pero Aura Mutruc lo único que quería era su madre. La joven de 23 años encarna a una generación de moldavos que crecieron sin sus padres, obligados a emigrar por la pobreza, cuenta un reportaje de la agencia francesa AFP.

Chisinau, MoldovaFoto: Anatoly Kiriyak / Sputnik / Profimedia