"Estas elecciones tienen un valor de referéndum sobre el mandato de Igor Dodon", dice Valeriu Pacha, del grupo de reflexión WatchDog Moldavia a AFP.

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Según el especialista, los moldavos podrán elegir entre la vía de la "integración europea más intensa -un campo donde Moldavia registra muchos retrasos-" o la continuación del régimen actual, "totalmente subordinado al Kremlin".

Considerado uno de los países más pobres de Europa, Moldavia es conocida por su industria vinícola y por un conflicto con separatistas prorrusos, en Transnistria, que se separó en 1992 tras una guerra rápida. Moscú tiene tropas desde entonces en esta región.

En 2014, Moldavia firmó un acuerdo de asociación con la UE, provocando la furia de Rusia. En respuesta, el Kremlin impuso un embargo a las exportaciones de productos agrícolas moldavos, un duro golpe para la economía local.

Seis años después, pese a que las sanciones se han ido levantando, la UE ha destronado a Rusia como principal socio comercial de Moldavia.

En los últimos años, importantes escándalos de corrupción entre las élites moldavas han puesto en riesgo la ayuda financiera vital de Occidente.

"Queremos mejores condiciones de vida, escuelas para los niños y sobre todo paz. No queremos más querellas entre los políticos", dice Marin Ioan, un jubilado de Soroca, localidad situada al sur de Moldavia.

Antes de la primera vuelta, los expertos hablaron de la posibilidad de un "escenario" bielorruso, donde la polémica reelección en agosto de Alexander Lukashenko ha generado un movimiento de protesta sin precedentes.

En este sentido, Moscú acusó a Estados Unidos de querer fomentar una revolución, siguiendo el modelo de Bielorrusia y el de Kirguistán, donde también hubo protestas.

Unos 2.200 observadores han sido desplegados en el país.