El punto culminante de la visita del papa Francisco a Rumanía será una misa gigante el sábado en Transilvania, acontecimiento que es percibido por las autoridades locales como un reconocimiento de la identidad húngara de esta región con veleidades autonomistas, informa AFP.

Papa în RomâniaFoto: Hotnews

Unas 200.000 personas deben acudir a la misa, en un santuario campestre donde Francisco oficiará al aire libre, a pocos kilómetros de Miercurea Ciuc, pequeña localidad del centro-oeste del país.

Al pie de los Cárpatos, "es el más importante lugar de peregrinaje católico-romano del sudeste de Europa", donde son mayoritarios los ortodoxos, explica a la AFP el padre Ede Csont, uno de los organizadores de esta etapa incluida en el periplo de tres días del pontífice por Rumania.

La mayoría de los fieles que acudirán a escuchar al papa son rumanos de lengua y cultura húngaras, como muchos habitantes de Transilvania, un territorio tardíamente integrado a Rumania tras el desmantelamiento del imperio de los Habsburgo en 1918.

Un siglo después, esta comunidad mantiene su particularismo y una cierta desconfianza frente al Estado central de Bucarest.

En este delicado contexto identitario, "Caminemos juntos", el eslogan del papa para su viaje a Rumania, "no va a ser fácilmente aplicable", explica el alcalde de Miercurea Ciuc, Robert Kalman Raduly, que reconoce la dificultad de conciliar los intereses de las autoridades locales y nacionales.

Raduly, ardiente defensor del particularismo húngaro, fue condenado en marzo por la justicia rumana por haber impuesto a todos los empleados municipales hablar húngaro.

- Influencia de Budapest -

La mensajería vocal de la municipalidad ya da el tono; el anuncio se hace primero en húngaro antes de ser repetido en rumano.

Además, la mayoría de los 39.000 habitantes de Miercurea Ciuc llaman sistemáticamente a su ciudad por su nombre húngaro, Csikszereda, y responden espontáneamente al visitante en húngaro.

El gobierno de Budapest anunció la presencia en la misa papal del presidente húngaro, Janos Ader, y de un representante del gobierno húngaro de Viktor Orban, lo que visiblemente incomoda al ejecutivo de Bucarest, que no anunció aún la presencia de algún responsable.

Un fuente cercana al gobierno rumano admitió a la AFP la "circunspección" de las autoridades teniendo en cuenta las presencia de responsables húngaros y de posibles "provocaciones".

Desde su llegada al poder en 2010 el dirigente nacionalista Viktor Orban cuida a los magiares que viven en los países vecinos a golpe de inversiones locales y subvenciones a las iglesias, escuelas o asociaciones de la diáspora.

El gobierno de Orban ha otorgado la nacionalidad húngara a más de un millón de ciudadanos de países vecinos, un verdadero vivero electoral.

Rumania tiene 1,2 millones de habitantes de origen húngaro, es decir 6,5% de la población del país. Transilvasnia fue integrada en Rumanía por el Tratado de Trianon que, tras la primera guerra mundial, amputó a Hungría de dos terceras partes de su territorio.

Bucarest reconoce a esta minoría derechos culturales y lingüisticos, en particular en escuelas donde la enseñanza se hace en húngaro y en rumano, pero rechaza las reivindicaciones de autonomía regional por la que abogan los más radicales.

Budapest ha entregado 500.000 euros para renovar el santuario donde Francisco celebrará la misa, lo que es una "ayuda" y "no una injerencia", según precisó el ejecutivo húngaro.

Por otro lado, la visita del papa suscita una cierta turbación entre algunos católicos húngaros, sensibles a la cruzada antimigrantes del gobierno Orban, afirma Boroka Paraszka, periodista de idioma húngaro en la radio rumana.

"A diario pasamos comentarios de oyentes que se preguntan qué viene a hacer aquí este papa que protege a los refugiados", afirma Paraszka.