Decenas de miles de rumanos asistieron hoy en Bucarest a la inauguración de una gigantesca catedral que todavía no se ha terminado, pero que ha generado controversia por la enorme cantidad de fondos públicos recibida.

Sfintire catedralaFoto: basilica.ro

Bajo un cielo gris y el termómetro rozando los cero grados, unos cinco mil fieles se concitaron frente a una gran pantalla colocada en la entrada del edificio para presenciar la misa presidida por el patriarca rumano Daniel y el patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I.

“Muchas gracias a aquellos que nos han ayudado y a los que nos van a seguir ayudando porque, como veis, todavía está en obras y aún se debe hacer el mosaico; espero que todo haya finalizado en tres años”, dijo el patriarca Daniel ante las tres mil personas que pudieron acceder a la basílica.

Con una superficie de 14.000 metros cuadrados y una capacidad de 5.000 fieles, la Catedral se halla justo detrás del mastodóntico Parlamento ordenado a construir por el dictador comunista Nicolae Ceasusescu en los años 80.

Desde que se inició su construcción en 2010, la Iglesia Ortodoxa Rumania ha gastado 110 millones de euros, de los cuales tres cuartas partes provienen de las arcas del Estado, aunque se prevé que la cuantía supere los 200 millones de euros.

En Rumanía, el segundo país más pobre de la Unión Europea, un 88 % de los 19 millones de habitantes se declara ortodoxo.

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