La relación entre las Iglesias orientales y los Estados nacionales es única e indisoluble, contraria a la aspiración universalista de la Iglesia católica. En ese sentido, la visita de Su Beatitud Kirill, Patriarca de Moscú y toda Rusia, a Rumania la semana pasada y el encuentro con la cabeza de la Iglesia ortodoxa rumana, Su Beatitud, el Patriarca Daniel, no puede verse si no como una tentativa rusa de influir en la política rumana, con base en ‘los valores compartidos’ versus el ‘occidente pecador’.

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Una estrategia inteligente, pues pro europea como es, Rumania es también religiosa, con una devoción comparable sólo con la America Latina decimonónica, México siendo la notoria excepción. [Reflexiones recientes con motivo de la celebración de los santos arcángeles Miguel y Gabriel, por la Iglesia oriental]