​La mayoría de centroizquierda en Rumanía tumbó este miércoles su propio Gobierno, liderado de Sorin Grindeanu, en una moción de censura tras apenas seis meses en el poder, con el trasfondo de una lucha en el seno del Partido Socialdemócrata (PSD). Junto a su socio de coalición, el liberal ALDE, los socialdemócratas sacaron adelante la votación con 241 votos a favor y 10 en contra, frente a los 233 necesarios.

Liviu Dragnea, aplaudat de la balcoanele ParlamentuluiFoto: Hotnews

“Todavía hay presiones para que esta coalición no consiga llevar a cabo el programa de Gobierno hasta el final”, se defendió el líder del PSD, Liviu Dragnea, en una rueda de prensa tras reunirse con su aliado en el Parlamento después de la moción. “Este intento fallido de un grupo de algunos ciudadanos, políticos, empresarios de tomar por la fuerza el Gobierno ha fracasado”, denunció el líder socialdemócrata.

Dragnea espera la investidura de un nuevo Gabinete la próxima semana y descartó cualquier escenario que lleve al país a unas elecciones anticipadas.

Por su parte, el primer ministro lamentó el miedo exhibido por la dirección socialdemócrata al exigir que el voto no fuera secreto para averiguar así un posible “traidor” entre sus filas. “Toda esta locura política puede traer la pérdida de Gobierno por parte del PSD”, señaló Grindeanu en una rueda de prensa en la sede gubernamental.

Esta pelea interna en el PSD se debe al enfrentamiento entre Grindeanu y el presidente del partido, Liviu Dragnea, quien no puede ser primer ministro por haber sido condenado por corrupción, aunque nunca ha escondido su deseo de querer serlo algún día. El jefe socialdemócrata pidió la semana pasada al primer ministro que dejara su cargo varias veces al constatar su inacción a la hora de aliviar las penas destinadas a políticos corruptos, que lo ayudarían directamente a él mismo y a otros miembros de su formación.

Según los analistas, el primer ministro rechazó echarles una mano después de una polémica ley que desató las mayores protestas en Rumanía desde la caída del comunismo en 1989. En febrero, una oleada de manifestaciones arrancó poco después de la toma de posesión de Grindeanu y se prolongó durante semanas cuando el Gobierno aprobó por la vía de urgencia un decreto que despenalizaba ciertos casos de corrupción.

“Los electores han visto un partido (PSD) tenso, dirigido por el miedo y con reducidas opciones de aplicar un programa en beneficio de los rumanos”, indicó el analista Cristian Tudor Popescu a la cadena de televisión Digi24.

El presidente rumano, el liberal Klaus Iohannis, deberá ahora designar al nuevo primer ministro a propuesta del PSD y ALDE. Para ello, ha convocado el lunes a los partidos políticos del país balcánico a una ronda de consultas. La persona elegida dispondrá de 10 días para obtener el voto de confianza en el Parlamento donde presentará a los nuevos ministros y su programa de Gobierno.

Durante una visita a Berlín, el jefe de Estado declaró el martes que "no se prevé un largo bloqueo político" y que nombraría a un primer ministro "íntegro”. No obstante, quiso subrayar que Rumanía sigue siendo un país estable, pese a la actual crisis de Gobierno, por su buena situación económica -con un crecimiento del 5,6 % en el primer trimestre de 2017.

En el caso de que el presidente rechazara las propuestas del PSD y ALDE y eligiera a un candidato que no obtuviera la confianza del Parlamento tras una segunda votación en la investidura, se podría entrar en una nueva crisis política y recurrir a la suspensión de Iohannis.

Sin embargo, esta acción resulta poco probable debido a la crisis interna de los socialdemócratas y al previsible crecimiento de popularidad del jefe de Estado, quien goza de un aumento gracias a su presencia en las protestas de febrero y a sus recientes visitas a Estados Unidos y Alemania.

Mientras tanto, varias ongs cívicas como La corrupción mata o #Resistencia han pedido en una carta abierta que se designe a un primer ministro sin antecedentes penales y que respete la independencia de la justicia.